Es curioso cómo algunas estadísticas reflejan los cambios sociales. Durante los ochenta, los noventa y prácticamente toda la primera década de este siglo, los accidentes de tráfico eran la principal causa de muerte no natural en España. Hoy, en cambio, se sitúan muy por debajo de los suicidios, las caídas accidentales y los atragantamientos. Ese es el orden actualmente, pero el paulatino envejecimiento de la población está a punto de invertirlo porque, contrariamente a lo que se piensa, las principales víctimas de la obstrucción de las vías respiratorias por objetos extraños no son los niños. Son sus abuelos. Evitar el peor de los desenlaces en estos cada vez más numerosos accidentes es el objetivo de Opportunity Health, una ‘startup’ navarra que ha desarrollado un «desatragantador» que, frente a otras opciones ya comercializadas, está diseñado para ser usado por el propio afectado.

La firma, una de las 25 que en octubre protagonizarán la décima edición de B-Venture, nació de un susto. «En una comida familiar uno de mis hermanos se atragantó. Ya le había pasado más veces, pero en aquella ocasión fue un atragantamiento total, con una obstrucción completa de las vías respiratorias. Por suerte, mi padre sabe hacer la maniobra de Heimlich, pero yo me quedé muy impresionado. ¿Qué hubiera pasado si está solo?», explica su socio fundador, Germán Sánchez.
Fuerza y destreza
Inmediatamente después se puso a buscar en Internet y vio que en el mercado ya había dos dispositivos antiatragantamiento. Ambos funcionan –y de hecho, uno incluso tiene ese diseño– como un desatascador de tuberías; la nariz y la boca quedan ‘selladas’ gracias a una mascarilla conectada a un fuelle en un caso y un émbolo en otro con los que después haremos el vacío hasta succionar el objeto causante de la obstrucción. Esto implica que su eficacia va a estar condicionada por la destreza de quien lo emplea, dos factores que no puedes dar por sentado nunca, pero menos aún si a la vez eres víctima y salvador. «Usarla para uno mismo es muy complicado porque simultáneamente hay que hacer fuerza en dos direcciones opuestas. Por un lado, debes presionar el desatascador o émbolo hacia fuera mientras que, por otro, mantienes la mascarilla en su sitio», explica Sánchez.
Lo ideal, pensó él, sería «prescindir de la fuerza humana, que bastara con apretar un gatillo para generar la presión negativa necesaria para la succión». De modo que, si tenemos la suerte de estar acompañados cuando lo necesitemos, puede ser otro quien nos lo coloque y ‘dispare’ pero igualmente podríamos hacerlo nosotros mismos si fuera preciso.
Para lograr esa independencia, Sánchez ideó un dispositivo que crea el vacío gracias a cartucho de dióxido de carbono en estado líquido. Al apretar el gatillo, obligamos a ese CO2 a pasar por un conducto estrecho, que en ese caso es un eyector de vacío multifase. En él –debido a lo que en Física se conoce como efecto Venturi– su presión se reduce, una modificación de las condiciones a las que está sometido que provoca que se vaporice. Este cambio se da dentro del propio eyector, que de este modo introduce gas en la tráquea haciendo que baje la presión y finalmente se produzca el vacío. El resultado podría parecer el mismo que ofrecen los otros dispositivos, pero aquí la succión está provocada automáticamente y no a mano, por lo que ni depende de la fuerza inicial que apliquemos ni variará a lo largo del proceso.
«Las cuatro o cinco» primeras versiones del dispositivo –bautizado como Yarnasa– las realizó en su propia empresa de diseño y prototipaje, y cuando se cercioró de su potencial acudió a Berri Up a desarrollarlo. Poco después la aceleradora guipuzcoana decidió entrar en el capital de la firma junto a la sociedad de capital riesgo Easo Ventures y la Sociedad de Desarrollo de Navarra, Sodena. Mientras, el Laboratorio de Ingeniería Médica de la Universidad de Navarra y el Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago de Compostela realizaban las validaciones necesarias para lograr el marcado CE, la certificación que indica que un producto sanitario cumple todos los requisitos de seguridad y funcionamiento exigidos en la UE.
Cuando la obtenga, Opportunity Health empezará la comercialización de Yarnasa en «residencias de mayores, centros de día, guarderías, colegios, restaurantes, hoteles, centros deportivos, hospitales…». «Nos gustaría llegar al mercado doméstico, pero para lograrlo antes tenemos que asentar el proyecto empresarial y creemos que el modelo de negocio para lograrlo es el renting, como se hace con los desfibriladores. Esto nos permitirá tener unos ingresos recurrentes por el alquiler, el mantenimiento y los recurrentes, que en nuestro caso son las mascarillas y los cartuchos», explica su fundador.
En la imagen: Germán Sánchez, promotor de Opportunity Health, junto a su director de tecnología, Nicolás López de Aguileta.